jueves, 23 de octubre de 2014

Amorcicil Forte

Prospecto: información para el usuario
Amorcicil  Forte 300 mg
Comprimidos efervescentes

Lea todo el prospecto detenidamente antes de empezar a tomar este medicamento, porque contiene información importante para usted.
Contenido del prospecto:
1.- Qué es Amorcicil y para qué se utiliza.
2.-Qué necesita saber antes de tomar Amorcicil.
3.-Cómo tomar Amorcicil.
4.-Posibles efectos adversos.
5.-Conservación de Amorcicil.
6.- Información adicional.

1.- Qué es Amorcicil y para qué se utiliza.
La tonteína, principio activo de este medicamento, pertenece al grupo de los denominados eufóricos, que actúan en la mente de las personas produciendo el enamoramiento. Inmediatamente producen una sensación de felicidad incompresible médicamente disminuyendo la ansiedad en el enfermo. Este medicamento está indicado para facilitar la eliminación de problemas, reales o imaginarios, haciendo que la vida se vea de color de rosa. Especialmente indicado para personas sensibles que lloran viendo una película en el que un perro espera a su dueño durante años; para quienes estén atascados escribiendo una novela, para quienes  trabajan en Hospitales públicos; para quienes después de un periodo largo de baja actividad, encuentran dos trabajos a la vez; para quienes se dedican a mostrar la belleza en Catedrales o claustros de Catedrales o para quienes se afanan con entusiasmo y eficacia al asesoramiento financiero.

2.-Qué necesita saber antes de tomar Amorcicil.
No es recomendado si es alérgico a la alegría y las ganas de vivir y está empeñado en llevar una vida mustia. Tampoco si tiene pánico al trato íntimo con las personas. Tampoco si se siente dichoso en su soledad. Los seis efectos conocidos de este medicamento son:
                -uno: Necesariamente se enamorará de otra persona, normalmente del sexo opuesto al suyo. Esto sucederá en un 95% de los casos -el que se enamore de otra persona-, el que sea de sexo opuesto o no mejor no comentar que la gente de la ideología de género andan muy revueltos. 
                -dos: Sentirá la necesidad imperiosa de estar cerca de la persona amada, lo más cerca posible de ella. Ya nos entendemos.
                -tres: Sus  sentidos adquirirán una nueva dimensión: olerá fragmentos de la persona amada que antes de tomar la medicación le habrían pasado desapercibidas como la piel o el cabello. El sentido del tacto se le afinará. El gusto le hará paladear nuevos matices. El oído se perfeccionará y será capaz de distinguir la vocecilla de la persona amada que pide socorro entre una multitud de manifestantes que se han concentrado delante de la sede de UGT en Asturias pidiendo la cabeza de un sindicalista corrupto.
                -tres bis: Insistimos en lo del tacto. Le recomendamos que lea la primera edición “El sentido del tacto” del Concurso de microrrelatos “Los sentidos” organizados por la web manchoneria.es.
                -cuatro: Sufrirá convulsiones cada vez que la vea: cada palabra salida de su boca le parecerá importantísima e interesantísima. El primer mes tartamudeará un poco y le costará mostrarse tal cual usted es, pues en su mente tendrá el objetivo continuo de caerle bien a esa persona. Siendo este proceso agotador, este deseo se extinguirá por si solo al cabo de seis meses de tratamiento y volverá a ser usted mismo: ese ser egocéntrico y timorato al que las reprimendas de su madre y de su profesora de lengua le han marcado tanto que ahora necesita treinta sesiones de psicoterapia con la psicóloga argentina de turno, a la que llegará a conocer después de haber  sucumbido a tantas sesiones, y de la que ella se enamorará sin necesidad de tomar Amorcicil Forte pues aunque resulte casi inimaginable, hay gente que se enamora sin tomar Amorcicil Forte.
                -cinco: De repente mostrará entusiasmo por cosas que antes le pasaban inadvertidas y adquirirá sabiduría en el trato con personas del otro sexo. Así, por ejemplo, comprenderá que la mujer no quiere que le resuelvan el problema cuando le preguntan algo (ya lo han resuelto hace décadas) sino que la escuchen; o por ejemplo si es mujer y ese día no le ha dicho su chico cincuenta veces que la quiere, comprenderá que no es que no la quiera, es que está preocupado si Casillas jugará el siguiente partido de la Champion con el Madrid.
                -seis: La visión se le hará borrosa hasta que se encuentre delante de la persona amada. Entonces, percibirá toda la realidad con nitidez. El corazón le palpitará muy rápido. Al cabo de cuatro semanas volverá a su ritmo normal.

3.-Cómo tomar Amorcicil.
                -Se puede tomar una dosis antes de la comida.
                -Si está embarazada o en periodo de lactancia, consulte a su médico o farmacéutico pues el Amorcicil le puede producir desencaje de mandíbula al darle de continuo la llamada  “risa tonta” lo que puede afectar a su bebé pues le puede hacer pensar que vendrá a un mundo feliz, algo de todo engañoso.
                -La dosis recomendada de este medicamento:
                               En adolescentes a partir de 13 años: 1 pastilla al día.
                               En adultos hasta los 65 años: 2 pastillas al día.
                               Personas mayores de 65 años: 4 pastillas al día.
                -Los síntomas por sobredosis son nauseas, vómitos, ardor y dolor de estómago. En caso de sobredosis o ingestión accidental, consulte inmediatamente al Maestro Sako al 902333222, disponible las 24 horas al día.

4.-Posibles efectos adversos.
                Al igual que todos los medicamentos, Amorcicil puede producir efectos adversos, aunque no todas las personas lo sufran. Se pueden producir los siguientes efectos adversos:
                -efectos físicos: el lóbulo cerebral derecho renacerá, por lo que le hará ser una persona más creativa, por ejemplo, a la hora de escribir relatos. Perderá su lado más racional y reflexivo. Ganará en impulsividad y emotividad, algo sumamente peligroso en este mundo tan ordenadito en el que vivimos.
                -efectos psíquicos: en presencia de la persona amada:
                               -sentirá que su cuerpo no pesa (efecto flotación).
                               -cualquier suceso le recordará la primera vez que hizo algo con él/ella (efecto memoria impresionada)
                               -todo le sabrá apetitoso (efecto placebo).
                               -desaparecerán de su cabeza el resto de las personas (efecto percepción selectiva).
                               -Sólo le interesará lo que le afecte a la persona amada o lo que les afecte a los dos directamente (efecto interés selectivo).

5.-Conservación de Amorcicil.
                Mantener este medicamento fuera de la vista y del alcance de los niños. Como dice la escritora Sara Gordon el amor, “ese tema que tanto nos gusta a todos”, no está pensado para los niños que están en otra relación más de, añade el escritor Joaquín Olmo, “niño-mascota, niño-padre, lobo-luna”.
No requiere condiciones especiales de conservación.

6.- Información adicional.
La información detallada y actualizada de este medicamento está disponible en la página web de la agencia española de medicamentos y productos sanitarios.

Uno de los efectos de este medicamento es que puede hacer pasar al paciente por varias etapas amorosas. Le recomendamos el blog http://literaturamor.blogspot.com.es/ donde podrá tener conocimientos de lo que supone pasar del amor sensual al amor trágico, del amor imposible al amor recíproco, del amor idealizado al amor tirano y al amor cortés.



miércoles, 15 de octubre de 2014

Vuelta de tuerca


Llevaba una semana nervioso, cualquier nimiedad le irritaba. Javier llegó un poco tarde -cinco minutos que no van a ninguna parte- al partido de tenis y le echó una de esas miradas que casi te matan. Ni un saludo de cortesía, nada, sólo un seco y destemplado: “¿jugamos de una puta vez?”. Esa misma tarde, Raquel, su mujer, cogió su camisa de vestir que él había dejado encima de una silla para darse una ducha rápida e increíblemente, porque nunca antes le había pasado, se le olvidó mirar en el bolsillo y, así sin más, la echó a lavar sin darse cuenta de que allí, Francisco, había dejado su tarjeta de crédito. Bueno, bueno, la que se lió. Cualquiera diría que cincuenta años de matrimonio estaban a punto de embarrancar por un simple descuido que no pasó de ahí pues al rato se comprobó que la tarjeta funcionaba perfectamente. Y es que Francisco andaba nervioso.
La consulta con la médico de enfermedades infecciosas, Nati, que había conseguido ocultar a todos, había concluido. Fue hace dos días el lunes, a las once y cinco de la mañana. Cómo olvidar la hora precisa. El diagnóstico no albergaba dudas: “el “amigo” que te trajiste del Zaire ha progresado mucho. Hoy por hoy la ciencia médica no puede hacer nada más con el ébola. Calculo que te queda una semana de vida”. Como antes de jugar al tenis que se entretenía visualizando golpes perfectos, en esta ocasión se encontró imaginando su propio funeral, quiénes asistirían, cómo irían vestidos, qué comentarían en los corrillos que se formarían.

 Su mujer, claro, no sería capaz de aguantar el tirón. Estaba seguro que se reuniría con él pronto, muy pronto, allí donde fuera que él estuviera, una vez muerto. Lo había visto en dos amigos. Le daba unos meses, cinco o seis a lo más. Cada uno de sus hijos reaccionaría de manera desigual, tan diferentes eran. Así lo preveía y así, proféticamente, sucedió en efecto. Fran, el primogénito, por ejemplo, en cuanto supo la noticia, se volcó con él: ya no le daba esos cortes cuando hablaban que le dejaban tan desconcertado y eran motivo de conversación nocturna con su mujer intentando explicarse por qué le había dicho tal o cual cosa; en un par de ocasiones le elogió su dedicación a sus “causas perdidas” -como Fran las llamaba-  refiriéndose a su trabajo en la ONG “Progreso del Zaire” cuyo lema era “hechos, no palabras”.

En cambio Susi no acabó de asumir la noticia y, como en tantas otras ocasiones, decidió callar, callar todo el día, callar cuando comía, callar cuando limpiaba la ropa y fregaba los suelos, callar cuando iba de compras. Ya lo habíamos experimentado en otras ocasiones, como cuando después de diez años intensos, sacó las oposiciones de Registros y se tuvo que ir a vivir a Cintruénigo; o cuando le dijeron que esperaban mellizos; o cuando su mejor amiga en plena crisis de los cuarenta y con muchas telenovelas a cuestas se animó con su preparador de pilates y se fue a vivir con él dejando atrás un matrimonio de quince años de historia y tres hijos absolutamente estupefactos u ojipláticos, como diría Susana; o cuando, para sorpresa de su propio editor, su libro de recetas de cocina se convirtió en un auténtico best seller. Todo el día callada. Sólo si le hacías una pregunta directa se dignaba contestar. Su mente estaba bloqueada, en blanco. Turn off. Santi, el mediano, se lo tomó con su propia filosofía: como si todos los días a tu padre le quedara una semana de vida. Siguió tranquilo con sus cirugías plásticas, con sus sesiones de jacuzzi en Casa Galicia, consultando a Raquel en su consulta y con sus entretenidos crucigramas y zudokus.

Y el día D se acercaba vertiginosamente. Sólo le queda ya un día de vida. Quiere aprovecharlo al máximo y planifica al detalle una comida andaluza a base de pescaíto frito y de gazpacho con la gente que más quiere: su mujer, sus tres hijos, sus hermanos Gervasio el odontólogo y Gertrudis la enfermera en estado de alzeimer galopante y con Loli, claro, su amor secreto, su amor platónico, viuda, madre de diez hijos, tres de ellos adoptados en la India. A la comida le sigue una animada tertulia donde el alcohol comienza a hacer efecto y las lenguas a soltarse sin tapujos. Se habla de todo y se habla de nada. Del sentido de la vida, por la cercanía de la muerte de Francisco y porque Gervasio está leyendo una novela autobiográfica de Víctor Frank, uno de los padres del psicoanálisis; y del móvil de Susi que se ha quedado sin baterías; del patrimonio que deja a su mujer y a sus hijos y de dónde tiene depositados su planes de pensiones (En Renta 4, por supuesto), se pasa sin solución de continuidad al último desencuentro del fideo Di María con el Madrid. De “¿Te acuerdas cuando?,  ¿y de cuándo?, ¿y de cuándo?...”

A las dos y media de la madrugada quedan en casa solos el matrimonio. El sabe que será la última conversación que tenga con Raquel.


Pienso si es oportuno, conveniente, necesario contarle, a estas alturas de mi vida, en este preciso momento, eso, el secreto que llevo años escondido y ocultando y que me aprieta el pecho cada ve que la veo. Pero nobleza obliga. Saboreo mi última copa de rico pacharán para animarme, para darme valor. La miro. “Raquel cariño, tengo algo que… “; en ese momento, en ese preciso momento, Raquel sufre, sin aviso previo, muerte súbita. Me la quedo mirando sin poder asistirla, sin poder hacer nada. Me la quedo mirando sin saber en ese preciso momento que el pronóstico fatal de mi médico resultaría errado y que yo viviría, Dios mediante, treinta años más.


lunes, 28 de julio de 2014

Complejo de inferioridad

Nacho nunca llegaría a terminar Económicas. Ocho años de esfuerzo inútiles. Al ver a sus ex compañeros yupis forrarse y arruinarse, y volver a forrarse y volver a arruinarse con la crisis, asimila que vendiendo golosinas a los chavales del Instituto vive una vida, al menos, bastante más dulce.

jueves, 24 de julio de 2014

Altruismo



Susana montó la ONG “Ayuda a los sin techos” en un momento de crisis sentimental, cuando Paulino, después de un tiempito, le dijo “chao, chao”. Ayudando a los demás, se dijo, me ayudaré a mi misma. Cuando todos los sin techos de la ciudad estuvieron ubicados, le organizaron una fiesta sorpresa. Todo iba bien hasta que apareció el alcalde que, en un exceso de elocuencia, comunicó que el presidio había ampliado sus instalaciones.

jueves, 17 de julio de 2014

Vocación




Miguel Angel, a los dos días de nacer, cogió una enfermedad muy mala y muy rara. El médico le preguntó a su madre:”¿a qué hora ha fallecido su hijo?” Su madre contestó que no, que no había muerto, que estaba sano como un roble. El médico se encogió de hombros y comentó: “Su hijo, señora, está llamado a realizar cosas grandes en este mundo”. Miguel Ángel, cuarenta y siete años después sigue cuestionándose todos los días qué coño quiso decir el doctor.


jueves, 10 de julio de 2014

El primer día de mi vida


Suena el despertador, son las 7.30h de la madrugada. Me despierto como siempre, con sueño, con mucho sueño. Antes de abrir los ojos siento, una vez más, la delicada caída de las sábanas sobre mi cuerpo y un segundo después el peso firme de las mantas. Antes de abrir los ojos, me pregunto ¿dónde estoy Dios mío dónde estoy?: se hace un silencio. Y ahora sí, legañoso, entreabro los ojos y me siento en mi cama. Mi mano izquierda choca con el móvil-despertador que, encima de la mesita de noche y camuflado entre unas llaves, un ebook blanco y unos cascos de música, no para de cantar “la llaman Lola, y tiene historia aunque más que historia será un poema”. Mi misma mano encuentra una cadenita y… click, se hizo la luz.

Ahora sí veo que mi mesita es marrón con cuatro cajoncitos. Encima, en continuo equilibrio, mi lámpara de noche, de tallo marrón y cabeza apergaminada, huele a manuscrito del siglo VI. Y así, sentado, mientras reflexiono sobre el porqué de mi vida, atisbo la puerta cerrada de un armario que intuyo cargado de ropa, también marrón. Parpadeo dos veces ¿estoy en mi habitación? Reconozco a duras penas el mismo suelo de siempre, de parqué  flotante, lleno de cuadraditos que se entrecruzan, de marrón claro. Miro al techo y reconozco este cielo, color crema, en medio de las sombras. Y miro a mi derecha y veo allí tirada, retadora, al pie de la cama, la colcha morrón claro que me increpa a que la devuelva a su sitio. Le hago caso, hago la cama. Me vuelvo a sentar, agotado de tanto esfuerzo, y veo otra puerta, la del cuarto de baño. Mi mano izquierda repta por la pared y enciende un blanco interruptor y la luz inunda ya toda la habitación. La dejo allí, tranquila y me aseo.

Han pasado 20 minutos y la vida ya ha cambiado. Abro la puerta del cuarto de baño y todo huele a azahar de Sevilla y, enfrente, mi sofá oso, con la piel cubierta de cuadraditos verde claro, verde oscuro, verde claro, verde oscuro. Nos miramos con complicidad y lo abrazo: perfecto ensamblaje. Me acurruco con él y, cerrados los ojos, pienso en el nuevo día. Abro los ojos y veo a mi noreste una mesa que alguien ha puesto allí del siglo V antes de Cristo, de madera, con cuatro piernas. En la superficie hay un cristal y encima del cristal cualquier cosa: una lámpara moderna de oro que da una luz de sol y en la base una imagen de la Esperanza Macarena que me sonríe; y también, varios libros además de un portátil y más libros y revistas.  Delante de la mesa tengo una silla moderna, tapizada de azul, de las que vienen bien para la espalda. Mi vista se fija un poco más a la izquierda y descubre, perplejo, otro armario, con puertas de madera, donde, vuelvo a intuir, se guarda ropa de deporte.


A la derecha del armario un radiador blanco del pleistoceno  que me hace recordar que vivo en León. Enfrente de la mesa cuelgan unas cortinas blancas, blanquísimas, que abiertas, permiten divisar una pequeña jardinera, sin flores, pobre. A lo lejos veo un enorme edificio blanco que necesita una mano de pintura. Me levanto del sofá y me giro a la derecha para encontrarme, allí, majestuoso, a la joya de la corona: un altivo mueble de madera, de dos metros de alto, donde escondo, en la parte inferior, viejos apuntes de carrera y, entre cada baldosa, libros, revistas, películas, fotografías, dos latas de coca cola con mi nombre a parte de una bandeja blanca de los chinos llenos de cachivaches… Y encima del mueble reposa un mapamundi que me sugiere que hay más allá de estas paredes. Me levanto del sofá. El deber me llama. Salgo de la habitación y como si fuera la última vez, me vuelvo y me despido: enfrente a mi Macarena, a la derecha las cocacolas y mi oso y mi cama. A la izquierda tengo mi ropa de deporte y mi armario que intuyo anda cargado de ropa. Y les digo adiós, hasta la tarde.


Nacido para ser revoleado

lunes, 7 de julio de 2014

Aptitud


 Cuando Rodolfo se enteró de que Dalí no sabía sacar entradas para el teatro, su anhelo de saberlo todo y comentar de todo para no parecer un inútil, se le antojó banal. Entonces, comenzó a admirar más a su mujer, Engracia, que en tantas ocasiones le había indicado con su mirada que estaba más guapo calladito.

lunes, 30 de junio de 2014

Logro


Pancracio quiso estudiar derecho y ser abogado. Quiso ser abogado para ganar dinero y comprarse una casa y fundar una familia. Quiso fundar una familia para ser el líder de su tribu. En la cama, moribundo, sólo alcanzó a decir: “planifiqué mi vida a largo plazo y se me olvidó vivir el momento. Porca miseria.”

viernes, 27 de junio de 2014

Influencia


Cristina pensó que su entorno le era hostil. Decidió cambiar el ambiente y, pronto, se convenció de que era imposible. Leyó una noche a Calderón de la Barca y se compró cuatro máscaras: una para usar en el trabajo, otra, para cuando estaba con su familia, otra para cuando iba al gimnasio y otra para ponérsela con sus amigas. Al día sólo andaba sin máscaras cinco minutitos, los que usaba para pintarse las uñas.

martes, 24 de junio de 2014

Maslow


 Rebeca subió un escalón, comió. Subió otro escalón, tuvo un hijo. Subió un tercer escalón y empezó a trabajar. Subió otro escalón, le dieron un viaje de premio a Benia de Onis. Subió un último escalón y alcanzó la cima: y allí vio las montañas repletas de escaleras y de gentes que subían y subían y alcanzaban la cima y veían  montañas cargadas de escaleras y de gente que subían y subían y así eternamente.

lunes, 23 de junio de 2014

Estado de flujo


Sonia entra en estado de flujo. Se encierra en su habitación y se olvida de comer y de hablar con sus amigos. Ya no sale como siempre a hacer la compra ni a ir de tiendas. A los cinco años se la ve salir de casa. Sonriente, transformada. La piel radiante, los ojos iluminados. Bajo el brazo una novela que dejaría estupefactos a críticos y lectores. A partir de entonces ya nadie se atrevería jamás a volver a escribir.

jueves, 19 de junio de 2014

Esfuerzo

Se esforzaba continuamente; iba y venía de aquí para allá sin parar. Sudaba. Estaba cansado. Vivía tensionado. Toma tranquimacín. Tanto correr, se decía, dará sus frutos. Pobre, no sabía que era un conejo de carreras de galgos y que la meta sólo la alcanzaba uno.


lunes, 16 de junio de 2014

Expectativas

A Gertrudis la habían propuesto escribir sobre la educación de los hijos. El grado de excelencia que había conseguido en sus clases en la Universidad de Oviedo había llegado a oídos de la Editorial Eolas. Los cinco años siguientes los dedicó a escribir y a dar conferencias por todo el país. A todo el mundo le sonaba bien lo que decía: “qué interesante”, comentaban, “qué bien me viene a mí esta idea”. Dedicó tanto tiempo al tema que se olvidó de sus tres hijos. 


jueves, 12 de junio de 2014

Cómo me motivo

Esta semana leí un libro titulado "Las claves de la motivación", de Antonio Blanco Prieto. He escrito microrrelatos de los conceptos importantes del libro.

Las claves de la motivación

Metas

Su vida se había convertido en un borrar las “tareas” que se había marcado en las “Notas” de su móvil. Por la noche llegaba a casa corriendo y las repasaba: borraba, borraba, borraba. “Lo hice, lo hice, lo hice”. Un día, su mujer, por un descuido, le borró a él de las “Notas” de su móvil, y desapareció.







lunes, 9 de junio de 2014

La verdadera historia de Caperucita roja

Me dice mi madre que vaya a ver a la abuela. Vaya rollo. Es que cada vez que me ve me da mil besos y además pincha. Lo malo es que sólo tengo doce años y tengo que obedecer siempre a mamá. ¿o no? Bueno, me pondré el ridículo gorro rojo que me ha hecho en el taller de “cose, cose”, donde las señoras sin oficio ni beneficio van a pasar el rato, e iré a ver al coñazo de la abuelita.

Vaya, un lobo. Parece medio lelo y además por un ojo yo creo que no ve nada. Y se dirige a mí, qué curioso. Un lobo que habla.

-¿A dónde vas, criaturita de Dios?

-A tí que te importa.

-¿No irás a ver a tu tierna abuelita?

-Pues sí, ya ves, haciendo familia.

-¿Y dónde vive tu adorable abuelita?

-Vaya, vaya, nos ha salido curiosón el lobo. Ya sabes que a la curiosidad se la comió el gato.

-Bueno, bueno, ¿no me dices entonces dónde vive?

-Ni de broma, anda ya. Me voy.

Y sigo mi camino tan pancha dejando a ese rarito lobo a mis espaldas.

Lo que no ve Caperucita Roja, que así se llamaba la niñata, es que el lobo la ha seguido sin que ella se diera cuenta y que por el camino donde ella va, a lo lejos, divisa la casa, sin duda de la abuelita. Corto ni perezoso, abre una ventana con intenciones torcidas cuando le detiene estupefacto la visión de la abuelita, con ochenta años, con el pelo blanquísimo, que le apunta con un rifle de caza:

-¿A dónde vas, Barrabás?

Y al terminar estas palabras, le dispara a quemarropa y destroza al lobo. Toda la habitación se llena de sangre lobuna. Caperucita, silvando  -“Fue mujer serena hasta en el instante de entregarse presta a sus amantes,  es tiempo de llanto, es tiempo de duda, de nostalgia y de su locura”- entra en la casa de la abuela y se hace una idea rápida de lo que ha pasado.

Cabreada, porque han matado al lobo con quien mantuvo recientemente una conversación, corta pero sustanciosa, saca su tirachinas y dispara a la abuelita en la cabeza, produciéndole una hemorragia interna que causa la muerte fulminante. Eso es lo que dirá el forense más tarde, “muerte fulminante”. Muerta de miedo por lo que ha hecho y pensando en la regañina de su madre, Caperucita se suicida tomándose unos barbitúricos que encuentra en el botiquín de la vieja.


Moraleja:

Las cosas no son como nos la han contado
Pues la realidad cotidiana es muy cutre
Y embellecer es oficio de artistas
De escritores, poetas, de ahí se nutre

Lo que nos parece hermoso de tu mente deja de lado.



lunes, 2 de junio de 2014

Este es mi barrio


Salgo del portal de casa y me detengo. Hoy no quiero que sean mis pensamientos los que me dirijan al trabajo sino contemplar, como por primera vez, mi barrio. Y así, parado, miro a mi derecha. Ante mí se alzan árboles, verde y, al fondo, edificios. Lo que veo al frente me indica que estoy en una calle relativamente comercial; en el bajo del edificio marrón de seis plantas donde nunca, por cierto, se ve a nadie. Fremap (antigua Mapre) me recuerda que el orden de las palabras no altera el significado. Respiro hondo y comienzo a andar tranquilo hacia mi izquierda, así, sin prisas.

Doy unos pasos y el piar de unos canarios se confunde con el olor a ibérico y pata negra. Me distraigo con el grito poderoso de un energúmeno: “¡Sinvergüenza!”. Por lo visto, otro conductor más hábil le quitó el sitio. El injuriado conductor, al margen del mundo, recorre toda la calle para pagar en la oficina de la hora. Toda esta parte de la derecha de la calle está abarrotada de coches.

A la vez que rememoro el aroma a jamón, me tropiezo con otro olor, esta vez menos agradecido e inconfundible: ahora huele a sudor, qué asco, y es que, a pesar de ser lunes, miles y miles de individuos entran y salen del gimnasio: entran sonrientes, silbando, y salen agotados y pesarosos. Oigo sus conversaciones y me pregunto de qué planeta viene esta gente:

-¿Qué tal te fue el Zumbafitness?
-Yo me apunté al Body compact.
-Pues yo al Body pumb.

Mientras medio me mareo pensando en estas artes, me alivio pensando que en la otra acera hay gente normal, que desayuna tranquila y compra pan recién horneado en la tienda de al lado. Sigo andando y decido comprar una cajita de aspirinas. Cualquiera de los dos hermanos me atiende con razonable eficacia.

Salgo de la farmacia y, de repente, me encuentro en otro mundo: ¡es la invasión China!, me digo. En mi acera hay un gran bazar, que me anuncia rebajas del 30% y enfrente está la Academia de Magia, donde Zuan Xen imparte clases los viernes por la tarde. Al lado, se erige el Dragón Rojo, un enigmático restaurante chino, en el que, durante los diez años que llevo viviendo en esta zona, nunca he visto entrar nadie allí. Sigo andando y qué me espera: pues sí, otro bar, que para algo somos españoles y necesitamos relacionarnos y hacer networking: bullicio, risas, algunas ojeras y olor a café recién servido. Ahora mi vista cruza la calle y se encuentra con el azul de la tienda azul de ropita de niños. Eso sí, azul esperanza, que, como esto siga así, será lo único que dejemos a las nuevas generaciones.

Y ésta es mi calle, cargada de magia y misterio oriental, con sabor a pan recién hecho, a jamón exquisito y a sudor deportivo, con edificios marrones de los años ochenta, que, en sus bajos, albergan salud, seguros y relaciones.


Este es mi barrio, y por muchos años.

martes, 27 de mayo de 2014

Nuevos relatos

Después de dos años de silencio, retomo este blog.
Últimamente he cursado dos talleres de escritura creativa, por lo que las próximas entradas van a ser relatos que he creado en estos meses. Os dejo con el primero de ellos, en plan autobiográfico (en parte):

El primer encuentro

21 de febrero de 2013. Hace una semana que acaba de contratar al “Asesor” para resolver los pequeños probremillas, que como una losa, pesan sobre sus espaldas. Aun con muy buenas referencias, solicita de Clarisa una breve descripción de su marido para poder reconocerle nada más le vea bajar del tren. Sin prisas, ya en la estación, saca del bolsillo de su vieja gabardina el papel impreso del e-mail que ella le ha enviado, y para sus adentros, comienza a leer:

“Estimado Sr:

Miguel Angel Cercas, a la sazón mi marido, tiene 46 años, mide 1.80 centímetros -más de lo que yo quisiera, que se tiene que agachar cada vez que le quiero dar un beso en la calva- y pesa 71 kilos, un poco delgado ¿no cree?; Siempre ha sido un poco enclenque pero muy flexible, que en los Marianistas de Jerez donde nos conocimos le llamábamos  Gominolo. Es de nariz aguileña o cleopátrica como diría mi madre, ojos saltones y piel agitanada. Le verá bajarse del tren con andar decidido, pasos cortitos y el cuerpo erguido: camina como montando a caballo, la espalda siempre, siempre, siempre recta. Es un buen hombre, un poco despistadillo  y “dúctil y conciliador” como Chamberlain (¿En su país no le describían así en los libros de textos?). Peina canas que le confieren ese aire de madurez contenida. De ojos castaños, su mirada es… acogedora, limpia, comprensiva. Cree que viste elegante: no se da cuenta que soy yo quién le compra la ropa. Al principio te parecerá -perdona que te tutee- muy serio y callado, pero es que es su manera de afrontar situaciones y personas que apenas conoce. Poco a poco se te irá abriendo y, entonces, ya verás llegaréis a ser grandes amigos. Más que reír, sonríe. Yo nunca le he visto cabreado. Reflexivo, no suele decir lo que primero se le ocurre: ni lo primero, ni lo segundo ni lo tercero, vaya, que es dificilísimo saber en qué piensa. El se cree joven, pobre iluso: sólo tienes que sacarle un día a cenar y trasnochar y ya verás cómo lo encuentras al día siguiente. No sé si te había dicho ya que es despistado, y lo sabe, por lo que no te sorprendas si le ves continuamente con su agendita azul tomando notas, que son recordatorios de citas, de cosas que tiene que hacer o pensamientos que no quiere olvidar. Es muy gracioso: estás viendo “Ladrona de libros” en el cine, y saca su agenda y apunta: “no bajarme en papyrenet ladrona de libros”; estás viendo “El lobo de Wall Street” (mala, malísima) y apunta: “ver qué imagen estoy dando a mis clientes”… La verdad es que tiene una memoria muy selectiva, vamos que se acuerda de lo que le da la gana: no se le olvida una cara, pero no recuerda ni un nombre  (el mío sí, pero es que llevamos 10 años casados); recuerda olores pero ni idea de colores; recuerda promesas. Más emocional que racional, su sí es un sí y su no es un no: no le gustan las medias verdades. Yo si fuera tú, y no es por nada, con el follón que tienes no dudaría en contratarlo.”

El alto funcionario mira el tren que se acerca y rememora lo que del “Asesor” leyó en la Wikipedia: “Apasionado en sus labores: estudiante, investigador, abogado, gestor, escritor, asesor…”

Por primera vez en mucho tiempo sonríe.

Aprieta firme una mano huesuda y descoyuntada sin saber que este primer encuentro marcará el comienzo del fin de un nuevo ciclo, que verá sus sabrosos frutos justo un año después en la vieja y dolorida Ucrania.