Miguel Angel, a los dos días de nacer, cogió una enfermedad
muy mala y muy rara. El médico le preguntó a su madre:”¿a qué hora ha fallecido
su hijo?” Su madre contestó que no, que no había muerto, que estaba sano como
un roble. El médico se encogió de hombros y comentó: “Su hijo, señora, está
llamado a realizar cosas grandes en este mundo”. Miguel Ángel, cuarenta y siete
años después sigue cuestionándose todos los días qué coño quiso decir el
doctor.
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