




Este sábado, en Algete, asistí a la boda de Antonio y María. Todo estaba preparado a la perfección. Que bien¡ A los novios-casados se les veía muy contentos, normal, cuando se acaban de entregar para siempre a otra persona con el riesgo que eso supone: vamos, que se han tirado al vacío. Pero al casarse "por la iglesia" ya hay un componente más en ese matrimonio que es Dios y entonces, todo es más fácil y "más entendible" esa locura de entregarse a otro para siempre: cuentas con la ayuda divina y, amigo, eso es mucho o mejor dicho, eso es todo.
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