miércoles, 11 de noviembre de 2009

Un día cualquiera


Hoy me levanté con la mirada cansada y el estómago deshecho. Voy a trabajar, sin ganas, y por la calle me auto animo. Cuando no tengo visión de largo plazo me agoto en las minudencias ordinarias; sin proyectos la realidad cotidiana se me vuelve insoportable aun sabiendo que la felicidad proviene de saborear el momento, este momento. Necesito del mañana como el comer. Y, mientras llega, me aferro a lo que tengo, a esta persona, a esta convesación; entrar en el alma de los demás es el consuelo; eso sí, de puntillas y con permiso.

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