


Este sábado estuve en la ordenación sacerdotal de David Cuenca en la Catedral de Valencia. En estos tiempos es un auténtico milagro que alguien decida entregarse a Dios y a los demás por completo, sin esperar nada a cambio. Se le veía feliz, seguro de haber encontrado el sentido de su vida. En esta certeza, seguro que podrá iluminar a tantos a encontrar también el sentido de sus vidas.